Moving to a new country is a life-changing experience, especially for children.

For Mayte and Annette, two young students who recently moved from Mexico to Winnipeg, this journey has been filled with a mix of excitement, curiosity, and challenges. Their story highlights not only the personal growth of newcomers but also the broader social benefits that the local community receives.

For many children, leaving behind friends, family, and familiar surroundings can be daunting. Mayte, now in high school, recalls the initial mixture of happiness and nervousness when she learned about the move. “I felt happy but at the same time nervous because I had never experienced snow,” she shared. Annette, still in elementary school, remembers her first encounters with Winnipeg’s cold climate and snowy streets with wonder and joy, despite the early challenges she faced.

The transition to a new school system was another significant shift. Both girls noticed the differences between education in Mexico and Canada. Mayte highlighted that Canadian schools provide students with more tools and freedom to explore their interests, fostering personal growth and creativity. Annette enjoyed hands-on learning experiences, such as science labs, which were largely absent from her previous school. These experiences not only helped the sisters adapt but also brought new perspectives and energy into Winnipeg classrooms, enriching the educational environment for all students.

Language barriers also posed initial obstacles. Integrating into a school where English is the primary language can be intimidating for young newcomers. Mayte and Annette’s experiences reflect the resilience and determination required to overcome these challenges. Step by step, with support from teachers and peers, they are finding their place, demonstrating the importance of inclusivity in schools and communities.

Welcoming newcomers creates a more vibrant, diverse, and empathetic community. Residents benefit from the cultural exchange, learning about different traditions, foods, and perspectives. For example, Mayte and Annette introduced their love for Mexican treats and traditional foods, sparking curiosity and building connections among classmates and neighbours.

Their journey also illustrates the importance of kindness and community support. From friendly airport staff to welcoming teachers, small acts of hospitality made a big difference in their adjustment. This reinforces Winnipeg’s identity as a city that values empathy, multiculturalism, and inclusivity.

Looking back on their journey, Mayte and Annette encourage other children facing similar moves to embrace change, be open to new experiences, and trust that challenges can lead to growth. Their resilience and optimism reflect the spirit of Winnipeg itself, an evolving city strengthened by its diverse and engaged residents.

As Winnipeg continues to welcome newcomers from around the world, stories like Mayte and Annette’s remind us that every immigrant child contributes not only to their own future but to the social and cultural fabric of the community. Through their experiences, we see the transformative power of migration: new perspectives, stronger communities, and a brighter, more inclusive future for all.

Mudarse a un nuevo país es una experiencia que cambia la vida, especialmente para los niños. Para Mayte y Annette, dos estudiantes que recientemente se mudaron de México a Winnipeg, este viaje ha estado lleno de emoción, curiosidad y desafíos. Su historia no solo refleja el crecimiento personal de los recién llegados, sino también los beneficios sociales que aportan a la comunidad local.Para muchos niños, dejar atrás a amigos, familiares y lugares conocidos puede ser difícil. Mayte, quien ahora está en la secundaria, recuerda la mezcla de felicidad y nerviosismo al enterarse de la mudanza. “Me sentí feliz pero al mismo tiempo nerviosa porque nunca había visto la nieve”, compartió. Annette, todavía en la primaria, recuerda sus primeros encuentros con el clima frío y las calles nevadas de Winnipeg con asombro y alegría, a pesar de los retos iniciales.La transición a un nuevo sistema escolar fue otro cambio significativo. Ambas niñas notaron las diferencias entre la educación en México y Canadá. Mayte destacó que las escuelas canadienses ofrecen más herramientas y libertad para explorar intereses, fomentando el crecimiento personal y la creatividad. Annette disfrutó de experiencias prácticas, como los laboratorios de ciencias, que en su escuela anterior eran casi inexistentes. Estas experiencias no solo ayudan a los niños a adaptarse, sino que también enriquecen el entorno educativo de Winnipeg, aportando nuevas perspectivas y energía a las aulas.Las barreras del idioma fueron un obstáculo inicial. Integrarse a una escuela donde el inglés es el idioma principal puede ser intimidante para los niños recién llegados. Las experiencias de Mayte y Annette reflejan la resiliencia y determinación necesarias para superar estos retos. Paso a paso, con el apoyo de profesores y compañeros, están encontrando su lugar, demostrando el valor de la inclusión en las escuelas y en la comunidad.Su historia también subraya el “valor social agregado” de la inmigración para Winnipeg. Dar la bienvenida a los recién llegados crea una comunidad más vibrante, diversa y empática. Los residentes locales se benefician del intercambio cultural, aprendiendo sobre diferentes tradiciones, comidas y perspectivas. Por ejemplo, Mayte y Annette compartieron su amor por los dulces y platillos tradicionales mexicanos, despertando curiosidad y creando nuevas conexiones entre compañeros y vecinos.Además, el viaje de las niñas muestra la importancia de la amabilidad y el apoyo comunitario. Desde el personal amable del aeropuerto hasta los profesores acogedores, pequeños gestos de hospitalidad marcaron una gran diferencia en su adaptación. Esto refuerza la identidad de Winnipeg como una ciudad que valora la empatía, el multiculturalismo y la inclusión.Finalmente, Mayte y Annette ofrecen consejos a otros niños que enfrentan mudanzas similares: aceptar el cambio, estar abiertos a nuevas experiencias y confiar en que los desafíos pueden llevar al crecimiento. Su resiliencia y optimismo reflejan el espíritu de Winnipeg: una ciudad en evolución, fortalecida por sus residentes diversos y comprometidos.A medida que Winnipeg sigue dando la bienvenida a recién llegados de todo el mundo, historias como la de Mayte y Annette nos recuerdan que cada niño inmigrante contribuye no solo a su propio futuro, sino también al tejido social y cultural de la comunidad. A través de sus experiencias, vemos el poder transformador de la migración: nuevas perspectivas, comunidades más fuertes y un futuro más inclusivo para todos.